Acerca de Clemente de Alejandría

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Clemente fue el primer gran escritor cristiano de Alejandría, la cual en aquel entonces era el centro intelectual más importante y grande del mundo griego y hogar del judaísmo helenístico. Aunque poco se conoce de sus orígenes, Alejandría también tenía una congregación cristiana floreciente la cual en el siglo posterior a la muerte de Clemente sería reconocida universalmente como el líder teológico de toda la iglesia. Clemente nació de una familia pagana de Atenas, y fue sólo después de su conversión, al una, que decidió asentarse en Alejandría.

La razón principal de este cambio fue su descubrimiento de las enseñanzas de Pantheano, un Cristiano Siciliano que había establecido una escuela en la ciudad cerca del año 180. Clemente se convirtió en su discípulo habido y eventualmente lo sucedió como director de la escuela, probablemente cerca del año 200. Poco tiempo después una persecución Imperial lo forzó a huir del lugar y se dirigió a Capadocia, donde murió cerca del año 215.

Clemente había sido bien educado en las costumbres clásicas de su tiempo, pero también poseía un conocimiento exhaustivo tanto de las Escrituras judías como de las cristianas.El entendió que si el cristianismo deseaba sobrevivir al mundo grecorromano, debía desarrollar una filosofía y una literatura las cuales pudieran desafiar a la cultura reinante. Clemente hizo de esto su meta a alcanzar, y en gran medida le estamos en deuda por la famosa doctrina que plantea que todo conocimiento secular debe ser utilizado en el servicio de la teología. Además de esto, Clemente fue un escritor prolífico y tres de sus tratados más importantes han sobrevivido. El primero de ellos es su Exhortación a los Griegos (Protrepticus) el cual es un tratado evangelístico que estaba destinado a la conversión de paganos intelectuales. En este escrito Clemente señala el vacío fundamental de la religión pagana y la contrasta con la tradición profética de la Biblia, la cual obtuvo su cumplimiento en Cristo, el Logos (Palabra) de Dios. En su argumentación, esta obra es muy cercana a la de otros cristianos apologistas del segundo siglo, y su estilo refleja patrones que eran comunes tanto a paganos como a cristianos de aquella época.

Su segunda gran obra es El Tutor (Paedagogus) la cual es una continuación de la obra anteriormente descrita. El tutor es el Logos mismo, que viene a guiar al joven cristiano en su camino de perfección espiritual. En esta obra, Clemente apunta a proveer a la iglesia con una alternativa al Gnosticismo, y es particularmente importante notar que el autor lidia aquí tanto con asuntos de moral práctica como con especulaciones espirituales. Su fuente principal es la Biblia, sin embargo se esfuerza por demostrar cómo los diversos puntos de vista de los filósofos paganos pueden ser integrados dentro del acercamiento cristiano a la vida. No obstante, sin importar cuán magnificente sea la filosofía pagana, Clemente insiste en que el conocimiento del Logos sólo puede alcanzarse a través de la fe y cualquier verdad encontrada entre los griegos se debe al hecho de que ellos (según Clemente) han tomado prestadas dichas ideas de Moisés y del Antiguo Testamento. Este tema es desarrollado ampliamente en su tercer libro, Alfombras o Stromata (Stromateis), llamado así debido a que el libro es un misceláneo de diferentes ideas. Una vez más, la forma de este escrito era muy común para su época, aunque el contenido era enteramente cristiano.

Clemente también escribió otras obras, pero estas mismas fueron muy cortas o existentes sólo en fragmentos. La más importante de ellas se ha perdido y se trata de su Comentario de la Biblia, el cual es el primero de su tipo a partir de una fuente cristiana. En este escrito Clemente toma prestado extensamente de los comentarios de Filón de Alejandría, quien introdujo el método de interpretación alegórico helenístico dentro de la exégesis judía. Fue a partir de Clemente que este método llegó a Orígenes (c. 185-254) a partir del cual se diseminó por todo el mundo Cristiano.

El corazón de la teología de Clemente es su doctrina del Logos, el cual es creador del universo, el Dios revelado en el Antiguo Testamento y la realidad encarnada en Jesucristo. Junto con el Padre y el Espíritu Santo, el Logos forma la divina Trinidad. El principio racional del Logos encarnado era combinado con un acercamiento más místico a los sacramentos, particularmente al bautismo, el cual Clemente consideraba ser un verdadero renacimiento espiritual. En el bautismo el creyente es sellado con el Espíritu Santo y se vuelve capaz de entender los misterios ocultos de la autorrevelación de Dios.

Entre otras cosas, Clemente consideraba el pecado de Adán como un rechazo de su parte a ser educado por Dios y no creía en el concepto de la culpa heredada. Este punto de vista, el cual le debe más a Platón que al libro de Génesis, ejercería una gran influencia en el mundo griego donde continúo proveyendo una alternativa a la doctrina agustiniana del pecado original cómo ha sido entendida en Occidente.

En cuanto a su vida personal, Clemente prefería el celibato al matrimonio pero su defensa de este último es una de las más completas e impresionantes que pueden ser halladas dentro de la historia del pensamiento cristiano. También es claro que Clemente consideraba al ascetismo como una disciplina espiritual personal pero no como algo que debía ser impuesto a quienes querían servir como Cristianos.

En la historia del pensamiento cristiano, Clemente es reconocido como un gran teólogo cuyas ideas fueron desarrolladas a lo largo de varios siglos por los principales pensadores de Alejandría. En general, los que los teólogos que lo sucedieron en cierta forma lo eclipsaron, aunque ocasionalmente los escritorios modernos han vuelto a los trabajos de Clemente en busca de inspiración, particularmente en el intento de construir una teología filosófica viable para nuestro tiempo.

Autor: Gerald Bray
Fuente: The Dictionary of Historical Theology

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